Ella tenia 8 años y como todos los niños, también odiaba la escuela, pero no era en si lo que mas odiaba, ella no quería encontrarse con el niño que todos los días le jalaba el pelo, o las niñas que la destrozaban con palabras crueles, mientras la humillaban por su vestimenta o por vivir en una vecindad, ! como odiaba todo eso! Pero, tenia una prioridad y era llegar con los zapatos limpios a la escuela, zapatos limpios a su casa.
Ella junto con su mejor amiga, diseñaban juegos para no pisar el lodo o brincar los charcos, pisaban con cuidado, pues hablia un monstruo que acechaba y miraba cada movimiento esperando el mínimo error
Pero cuando no eran los zapatos, eran los calcetines o era el sueter que ya estaba raido o el dinero del pan o el arete que se le había caido
El monstruo era indolente ante el llanto de la niña, no le importaba si había sufrido un accidente o si el niño le había jalado la trenza, el monstruo solo sabia de golpes, por el zapato, por las medias, por el arete. Las cosas tienen un precio, las cosas cuestan y son caras, cosas, cosas, cosas, que no son su corazón, que no son sus sentimientos, que no es su soledad, no importa el lodo en su corazón, importa el lodo de los zapatos, y la eterna tristeza en su alma al no saber porque al monstruo le tiene que llamar “Papa”